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La piel es el órgano más extenso del ser humano. Su función principal es la de protección frente agresiones externas (traumatismos, radiación solar, calor, etc.).
Ante la sospecha de una lesión cutánea que pudiera ser un melanoma, el dermatólogo elaborará una historia clínica en la que se reflejará la evolución de la lesión, así como todos los detalles referentes a los síntomas, factores de riesgo y/o antecedentes familiares. Posteriormente, se procederá a realizar un examen físico general y en particular de la lesión sospechosa. Para obtener confirmación de la naturaleza de la lesión, se realizará una biopsia excisional (extirpación de la lesión y estudio microscópico).
En caso de confirmarse la presencia de un melanoma, es preciso realizar una serie de pruebas diagnósticas para conocer si el melanoma se ha extendido o no fuera de la lesión inicial. Estás pruebas incluirán análisis de sangre y pruebas radiológicas, como el TAC o scanner, la Resonancia Magnética o el PET-TAC. Son pruebas poco agresivas que no suelen tener complicaciones y exponen a reducidas cantidades de radiación.
Las personas con más riesgo de desarrollar melanoma deben realizarse exámenes periódicos de la piel de todo el cuerpo combinando la autoexploración con exámenes médicos (por ejemplo mediante dermatoscopia). Hay que buscar cambios en el tamaño, la forma o el color de las manchas de la piel, así como los cambios en su comportamiento, como picor, dolor, sangrado…
La regla del ABCDE permite recordar fácilmente cómo distinguir un lunar de un melanoma:
Es fundamental acudir al especialista en caso de apreciar cambios o molestias no justificadas en un lunar.
El tratamiento fundamental del melanoma localizado es quirúrgico, aunque dependiendo de la fase evolutiva en la que se encuentre la enfermedad en el momento del diagnóstico, localización del tumor, espesor y extensión del mismo, habrá que acudir también a la quimioterapia e inmunoterapia
Las características que condicionan el pronóstico son:
La supervivencia y la calidad de vida del paciente con melanoma han mejorado en la última década y la tendencia continúa gracias a los avances en las técnicas de diagnóstico y alternativas terapéuticas.
El temor ante el diagnóstico y pronóstico de un melanoma, la preocupación ante los posibles cambios en la apariencia física que pudieran ocasionar los procedimientos terapéuticos, sobre todo si las lesiones se localizan en áreas visibles de la cara o del cuerpo y las revisiones periódicas pueden ser fuentes de estrés y generar malestar emocional en el paciente.
Una buena comunicación con el médico para informarse sobre la enfermedad, las posibles alternativas terapéuticas con menores secuelas cosméticas y funcionales permite incrementar la tranquilidad y sensación de control del paciente. Por otra parte, el diagnóstico cada vez más precoz del melanoma, así como las estrategias quirúrgicas y sistémicas utilizadas permiten un mayor control y abordaje de la enfermedad.
La radioterapia destruye las células cancerosas. Se usa en las etapas tempranas del tratamiento del cáncer o después...