El diagnóstico del paciente de cáncer
El diagnóstico de cáncer supone, siempre, un fuerte impacto emocional tanto para la persona afectada como para su entorno más cercano. Nadie está preparado para recibir esta noticia. Y aunque cada persona es diferente, hay una serie de emociones comunes que aparecen tras el diagnóstico, son reacciones muy intensas, cambiantes, que provocan malestar y que entran dentro de la normalidad. Con este post queremos ayudarte a identificar las reacciones psicológicas más comunes ante un diagnóstico de cáncer y darte algunas recomendaciones sobre cómo afrontar esta nueva situación.
El miedo, una emoción común a todos
La palabra cáncer, a pesar de los continuos avances tecnológicos y científicos, evoca multitud de temores. La persona se enfrenta a lo desconocido y a las connotaciones sociales, tabúes y falsos mitos que todavía tiene la palabra cáncer. El paciente se enfrenta al miedo a la muerte, lo que que le hace preguntarse, ¿me voy a morir? o ¿me voy a curar? Aparecen otros temores, en este momento relacionados con el miedo a lo desconocido: miedo a las pruebas médicas, tratamientos, posibles efectos secundarios, secuelas o dolor. Otro de los miedos que aparecen tiene que ver con cómo comunicar la noticia al entorno, especialmente preocupa cómo informar a los hijos y padres mayores. Es un miedo al sufrimiento que se puede causar en la familia.
Estos miedos se experimentan con sensaciones de tensión, ansiedad, angustia e inquietud relacionadas con la percepción de amenaza de la enfermedad para la continuidad de los proyectos personales y para la vida misma.
Emociones “a flor de piel”
La rabia, el enfado, son emociones habituales. Asaltan pensamientos como, ¿por qué yo? ¿por qué ahora? acompañado de un sentimiento de injusticia, ¿qué he hecho yo para merecer esto? Y por supuesto también es natural la presencia de reacciones de tristeza, llanto, desánimo, sufrimiento y la desconfianza en la propia capacidad para afrontar la enfermedad. Es habitual que se refieran mensajes como, no voy a poder soportarlo, no puedo… A veces aparece la culpa, la persona piensa que ha hecho algo que ha podido causar su enfermedad, por ejemplo, por no haberse dado cuenta a tiempo o no haber ido al médico antes, por tener conductas de riesgo, o por soportar situaciones de estrés, o un “mal” comportamiento pasado.
Todas estas reacciones son normales, e incluso es bueno que aparezcan porque son adaptativas y necesarias para enfrentarse a esta situación, y poco a poco se van a ir debilitando hasta llegar a la aceptación, el paciente se va familiarizando con el proceso de la enfermedad y va teniendo sensación de control de la situación que normalmente coincide con el inicio del tratamiento y el alivio que supone estar haciendo algo.
Recomendaciones para el paciente ante el diagnóstico de cáncer
Conocer bien lo que está ocurriendo y buscar información en fuentes fiables son dos de las pautas más claras para un paciente ante un diagnostico de cáncer. Un paciente no debe tener miedo a hacer preguntas a su equipo médico. Debe preguntar y establecer una relación de confianza. La relación médico-paciente debe ser fluida y crear un entorno donde el paciente se sienta seguro y comparta sus problemas y pida opinión. A veces, la confusión de los primeros momentos no permite recopilar de manera clara la información que se necesita y para ello se recomienda que previo a la cita se escriban todas las cuestiones que deseen formular al médico. Además, se aconseja que el paciente vaya acompañado de alguien de confianza, especialmente cuando se va a recibir información de las pruebas, para después poder compartir y hablar de aquella información que no entiende o ha olvidado.
Vivir el proceso de la enfermedad liberados y tranquilos
El torbellino de emociones cuando se recibe la noticia de un diagnóstico de cáncer abruma tanto que no se sabe bien qué se está sintiendo exactamente. Contar cómo nos sentimos y darnos permiso para manifestar nuestros sentimientos no nos convierte en personas débiles.
Comunicar al resto del mundo lo que nos pasa no es fácil y es clave saber de quién nos rodeamos. Durante este tiempo estas personas pueden convertirse en nuestro círculo de confianza y ellas deben estar preparadas para saber qué es lo que les vamos a pedir. Para la familia, los amigos es una situación nueva y difícil y no saben muy bien cómo actuar. Es importante que les demos pautas para recibir la ayuda y apoyo que se desea.